20 may 2011

El impostor cotidiano_

Built-in Obsolescence (Obsolescencia programada), 2009

Con este proyecto iniciado en 2009, investigo la relación que nuestra sociedad establece entre los conceptos de la utopía, la impostura visual y el éxito. Centro la investigación sobre el automóvil en todas sus versiones y modalidades. El automóvil como símbolo de estatus socioeconómico, como fuente de experiencias y emociones, una máquina “perfecta” que proporciona identidad, encarna la utopía y confirma la supremacía de un modelo colectivo global.


El discurso mainstream, 2011

El estacionamiento es nuestro, 2011


The Stranded Tourist / El turista varado, 2011

Como puede apreciarse, busco y fotografío vehículos en mal estado, inservibles o desguazados, con el fin de subrayar el concepto de la obsolescencia calculada, una estrategia que emerge de la sociedad de consumo –y del espectáculo- contemporánea, planteando promesas de un bienestar efímero, e induciendo presiones en el individuo y en el paisaje. Como en tantas otras ocasiones, se trata de estimular subliminalmente ciertos temores consustanciales a la naturaleza humana –el miedo a envejecer, a la exclusión social, a la incomunicación con nuestros pares, a la frustración, la inutilidad, la invisibilidad, etc.-, con el propósito de fomentar pautas de comportamiento muy necesarias para la supervivencia del edificio socioeconómico tal cual lo hemos construido.

Austral Paradox / Paradoja austral, 2011

Mi propósito no es tanto criticar el sistema y el tipo de relaciones que nuestra sociedad propicia, cuanto proponer una reflexión visual acerca de cómo nuestros hábitos de consumo modulan las relaciones humanas, económicas y productivas, así como abrir una vía para averiguar si favorecen o perturban la sanidad en la relación que mantenemos con nosotros mismos. Como observador de la realidad y como artista, me pregunto en qué medida nuestra manera de participar activamente de la sociedad de consumo -y por extensión del espectáculo y el conocimiento-, de integrarnos en la utopía colectiva vigente, viene marcada por la indefensión y la falta de recursos para construirnos desde el “ser” y no desde el “tener”, desde el “parecer” o desde el “pertenecer a uno u otro colectivo de referencia”. Mi trabajo avanza animado por la sospecha: ¿no será que el automóvil ejerce sus funciones utilitarias -las inherentes a su naturaleza maquinal-, y las otras -aquellas que socialmente le hemos atribuido-, en un entorno secreto con la actitud y el cinismo del perfecto impostor?